Las fuertes lluvias y las nuevas réplicas del terremoto ralentizaban el miércoles las operaciones de búsqueda de supervivientes en una decena de pueblos, donde más de 20 mil casas quedaron destruidas
Damnificados del terremoto que dejó al menos 268 muertos en Indonesia pedían este miércoles todo tipo de ayuda a los servicios de socorro, quienes enfrentaban dificultades para encontrar supervivientes debido a nuevas réplicas y a las fuertes lluvias.
Las autoridades advirtieron que los escombros debían ser despejados con urgencia alrededor de la ciudad de Cianjur, la más afectada por el sismo, debido a eventuales inundaciones repentinas o deslizamientos de lodo que podrían ser desencadenados por las fuertes lluvias previstas en los próximos días.
Un terremoto de magnitud 5.6 sacudió el lunes la provincia de Java Occidental, la más poblada del archipiélago del sudeste asiático.
El último balance del desastre es de 268 muertos, mil heridos y 151 desaparecidos.
Pero las fuertes lluvias y las nuevas réplicas del terremoto ralentizaban el miércoles las operaciones de búsqueda de supervivientes en una decena de pueblos, donde más de 20 mil casas quedaron destruidas.
Una réplica de magnitud 3.9 desencadenó el pánico de varias personas desplazadas que huyeron de sus refugios el miércoles por la mañana, observaron periodistas de la AFP.
Dos de los pueblos más lejanos siguen aislados, explica Henri Alfiandi, jefe del servicio de socorro, en un video publicado en las redes sociales. “La gente allí ni siquiera puede pedir ayuda”, precisa, señalando que se enviaron a la zona tres helicópteros.
Los aldeanos siguen atrapados, sin agua ni electricidad, y algunos deben dormir junto a sus muertos, detalla.
Entre los escombros
En las localidades más cercanas a Cianjur, los habitantes tratan de recuperar entre las ruinas fotos familiares, libros religiosos y certificados de matrimonio dos días después del desastre de destruyó sus hogares.
“Tenemos ayuda alimentaria, pero no es suficiente. Tenemos con arroz, fideos instantáneos y agua mineral, pero no alcanza”, explica a AFP Mustafa, de 23 años, un habitante del pueblo de Gasol.
El joven registra los escombros de la casa de su vecina anciana, a petición suya. Luego regresa con una pila de ropa, arroz, una estufa de gas y sartenes.
“No tenemos ropa y no nos hemos cambiado desde hace días”, confiesa. “Necesitamos ayuda”, se lee en carteles colocados delante de las casas dañadas y las tiendas de campaña en la aldea de Talaga.
Más de 58 mil personas han sido desplazadas por el terremoto, informó la agencia de gestión de desastres el martes.
El gobierno desplegó varios miles de efectivos militares y policiales. También proporcionó ayuda alimentaria y tiendas de campaña, pero las necesidades son inmensas.
Yunisa Yuliani, de 31 años, detalla que en el lugar ya no hay nada. “Mi hijo tiene fiebre y no puede comer. Hay muchos ancianos y niños que necesitan leche, pañales, alimentos y medicamentos”, dice.
Los habitantes de Cianjur comenzaron a enterrar a sus familiares según los ritos islámicos después de que se les permitiera recuperar sus restos en las morgues.
En medio del desastre, una pareja víctima del terremoto recuperó la esperanza el miércoles. Mimin, de 52 años, y su marido Rosyid, de 67, excavaban los escombros de su casa con la esperanza de encontrar un anillo de oro de dos gramos.
Sacaron ropa de los escombros, la palparon y la sacudieron hasta que vieron la joya brillante, que es todo lo que les queda. “¡Gracias a Dios! ¡Encontré el anillo!” gritó de alegría Mimin.
Alerta por nueva catástrofe natural
Las autoridades han advertido del riesgo de una nueva catástrofe natural. Durante la temporada de lluvias, que comenzó y culminará en diciembre, el archipiélago es propenso a deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas.
Los servicios meteorológicos anuncian tormentas, que son potencialmente peligrosas después de un terremoto.
Situado en el “cinturón de fuego” del Pacífico, donde se encuentran las placas tectónicas, Indonesia se enfrenta regularmente a terremotos o erupciones volcánicas.