La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) prevé la salida de unos 860.000 refugiados y repatriados de Sudán. El organismo calcula que precisará 445 millones de dólares para apoyar a las personas desplazadas hasta el mes octubre.
Las cifras actualizadas están recogidas en un documento preliminar que forma parte del Plan Regional Interinstitucional de Respuesta a los Refugiados de Sudán presentado este jueves a la comunidad de donantes. La ayuda cubrirá inicialmente las tareas de asistencia en Chad, Sudán del Sur, Egipto, Etiopía y la República Centroafricana.
El plan se elaboró en colaboración con 134 socios de la Agencia, entre los que se encuentran organismos de la ONU, ONG nacionales e internacionales y grupos de la sociedad civil.
“La situación humanitaria en Sudán y sus alrededores es trágica: hay escasez de alimentos, agua y combustible, acceso limitado al transporte, las comunicaciones y la electricidad, y los precios de los artículos básicos se han disparado”, declaró el alto comisionado adjunto para operaciones del organismo.
Raouf Mazou explicó que la Agencia y sus socios desplegaron equipos de emergencia sobre el terreno y proporcionan apoyo técnico a las autoridades sudanesas, que incluyen tareas de protección y acogida. “Esto es sólo el principio. Se necesita más ayuda urgentemente”, solicitó.
Falta financiación adecuada
La cifra de 860.000 refugiados y repatriados es una estimación provisional a efectos de planificación financiera y operativa.
La mayoría de estas personas, unas 580.000, serían sudanesas, otras 235.000 serían refugiados acogidos por Sudán, que regresan a su país en condiciones adversas, y otros 45.000 serían de otras nacionalidades. Se prevé que Egipto y Sudán del Sur sean los países que reciban el mayor número de llegadas.
Los actuales enfrentamientos han provocado el desplazamiento de más de 330.000 personas dentro de Sudán, y más de 100.000 refugiados y retornados han abandonado el país. ACNUR lanzó hoy un nuevo portal que actualizará diariamente las nuevas cifras de llegadas de refugiados y retornados a los países vecinos.
Zonas peligrosas
El organismo recordó que los continuos combates, los saqueos, el aumento de los precios y la falta de transporte dificultan la salida de las zonas peligrosas. El acceso a la atención sanitaria también se ha visto gravemente afectado.
El plan apoyará a los países de acogida con el fin de garantizar el acceso de asilo para las personas que precisen protección internacional, les ayudará a prestar asistencia humanitaria, e identificará y proporcionará servicios especializados a las personas más vulnerables. La llegada de la temporada de lluvias dificultará aún más el acceso y la entrega de ayuda a lugares remotos.
La mayoría de las operaciones en los países que reciben a quienes huyen de Sudán, y dentro del país, sufren una escasez constante de fondos y hasta el momento solo han recibido cerca del 15% de las necesidades de financiación para 2023.
Más de 1000 llegadas diarias de Sudán a Etiopía
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que desde el inicio de los enfrentamientos el 15 de abril, ya han llegado más de 12.000 a Metema, la ciudad fronteriza entre Sudán y Etiopía, muchas de ellas agotadas tras el largo y peligroso viaje hacia un lugar seguro.
La Matriz de Seguimiento de Desplazados de la Organización registra actualmente más de mil llegadas diarias, entre ciudadanos sudaneses, etíopes retornados y nacionales de terceros países procedentes de Turquía, Eritrea, Somalia, Kenia y otras 50 nacionalidades.
La Organización está prestando asistencia humanitaria a las personas que llegan a Etiopía. El apoyo incluye el transporte desde la frontera hasta Gondar y Addis Abeba, así como el alojamiento en los Centros de Tránsito de la agencia de la ONU.
Muchos de las personas que huyen de Sudán entran en Etiopía sin recursos ni pertenencias. Sin la ayuda de la Organización, corren el riesgo de quedarse varados en la pequeña y remota ciudad fronteriza.
Entre las personas que recibieron ayuda hay casi 200 kenianos, algunos de ellos estudiantes, más de 200 ugandeses y más de 800 somalíes.
Nuru*, un estudiante keniano que cursaba un máster en Derecho en Sudán combinándolo con labores humanitarias a tiempo parcial, describe cómo se quedó atrapado cuando estalló la guerra y no pudo recuperar sus documentos y pertenencias antes de huir.
“Me enteré de que el piso contiguo al mío fue bombardeado y quedó completamente dañado”, cuenta.
“Fue entonces cuando decidí marcharme sin mis documentos. Los funcionarios de la embajada pudieron expedirme un documento de identidad temporal para viajar”, añadió.
*Nombre ficticio