En un informe conjunto al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Richard Bennett, relator especial sobre la situación de los derechos humanos en Afganistán, y Dorothy Estrada-Tanck, presidenta del Grupo de Trabajo sobre la discriminación contra las mujeres y las niñas, afirmaron que la situación de las mujeres y las niñas en el país es la peor a nivel mundial.
“Las mujeres y las niñas de Afganistán sufren una grave discriminación que puede equivaler a persecución por motivos de género y crimen contra la humanidad. Además, puede calificarse de apartheid de género, ya que las autoridades de facto parecen regirse por una discriminación sistémica con la intención de someter a las mujeres y las niñas a una dominación total”, afirmó Bennett.
“Aunque la reacción violenta contra los derechos de las mujeres y las niñas se ha desarrollado en distintos países y regiones en los últimos años, en ningún otro lugar del mundo se ha producido un ataque tan generalizado, sistemático y global contra los derechos de las mujeres y las niñas como en Afganistán”, afirmó Estrada-Tanck.
Los expertos señalaron que los edictos promulgados por los talibanes desde que tomaron el control del país en agosto de 2021 han impuesto restricciones generalizadas a los derechos de las mujeres y las niñas, incluida su libertad de movimiento, atuendo y comportamiento, acceso a la educación, el trabajo, la salud y la justicia.
Las restricciones también han afectado drásticamente la participación de mujeres y niñas en la vida política, pública, económica y sociocultural, y han provocado un aumento significativo de la violencia conyugal e intrafamiliar.
Los expertos viajaron a Afganistán del 27 de abril al 4 de mayo y visitaron Kabul y Mazar-e-Sharif. Se reunieron con mujeres y hombres de la sociedad civil, empresarios, líderes religiosos, profesores, periodistas, agencias de la ONU, la comunidad diplomática, ONG internacionales y funcionarios de facto.
Derecho a la educación
El informe destaca que “las flagrantes violaciones del derecho fundamental a una educación de calidad tendrán consecuencias de por vida, no sólo en lo que respecta a las oportunidades de empleo, sino también en el acceso a servicios básicos como la atención sanitaria”.
El documento hace referencia a cómo las mujeres afganas tienen hoy prohibido trabajar fuera de casa en la mayoría de los sectores, salir de su hogar sin un familiar varón, o maharam, acceder a baños públicos, parques y gimnasios, y moverse libremente por el país.
Este entorno asfixiante está repercutiendo en la salud mental de mujeres y niñas, con alertas generalizadas de depresión y suicidio, especialmente entre las adolescentes a las que se impide seguir estudiando, señala el informe.
Sin protección sanitaria
Las restricciones impuestas a las mujeres y las niñas también están limitando su acceso a la atención sanitaria ordinaria y de urgencia, con consecuencias nefastas para su salud y sus derechos sexuales y reproductivos, al tiempo que añaden más presión a un sistema de salud ya de por sí sobrecargado por la pobreza y los años de guerra.
“Dado que las niñas y las mujeres sólo pueden ser atendidas por doctoras, a menos que las restricciones se reviertan rápidamente, existe un riesgo real de que se produzcan múltiples muertes evitables, lo que podría equivaler a un feminicidio”, sostiene el estudio.
Sin protección jurídica
Los expertos de la ONU manifestaron su profunda preocupación por la ausencia de protección jurídica para las mujeres y las niñas, la aplicación sistemática de la discriminación y la normalización de la violencia de género -incluidos los homicidios relacionados con el género-, el matrimonio forzado e infantil, la venta de niñas y órganos, el trabajo infantil, la trata de personas y la migración insegura.
Las mujeres no tienen acceso a profesionales del derecho. Algunas abogadas siguen prestando servicios jurídicos desde sus casas, pero tienen prohibido entrar en las salas de los tribunales en la mayoría de las localidades, explica el informe.
Los expertos también escucharon testimonios de mujeres que solicitaban el divorcio, pero que fueron amonestadas por un juez con comentarios como: “Tu mano no está rota, tu pierna no está rota, ¿por qué quieres el divorcio?”. A las mujeres que denunciaban la violencia doméstica a la policía se les decía que “no debían quejarse”, o que probablemente “se merecían que les pegaran”.
Por último, el documento pide a las autoridades de facto que respeten y restablezcan los derechos humanos de las mujeres y las niñas, e insta a la comunidad internacional a seguir comprometida con la situación en Afganistán y a tomar medidas concretas para apoyar la rendición de cuentas por las violaciones graves de las garantías fundamentales de las mujeres.