El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos afirmó este martes que los actos de agresión o destrucción de los símbolos o iconos religiosos registrados recientemente parecen haber sido fabricados para expresar desprecio e inflamar la ira, dividir a las personas y convertir las diferencias en odio y violencia.
En una sesión urgente del Consejo de Derechos Humanos convocada tras los recientes incidentes de quema del Corán, Volker Türk afirmó que ese tipo de acciones polariza las sociedades y agrava las tensiones.
Türk recordó que los seres humanos nos comunicamos a través de símbolos y que todas las personas deben respetarlos, independientemente de las creencias individuales.
Lo que para algunos puede significar poco, para millones puede representar un sistema de valores que sirve de base a comunidades enteras, abundó.
Respeto por los demás
“Las personas deben actuar con respeto por los demás. Sólo así será posible un diálogo sostenido. Solo así podremos tener una conducta entre los seres humanos que nos permita enfrentar, juntos, los desafíos que tenemos por delante”, dijo.
El responsable de velar por las garantías fundamentales señaló que el vandalismo de lugares religiosos y la destrucción de íconos, textos que son sagrados para sus creyentes se han utilizado para insultar y provocar a la gente durante siglos.
“Para mí, está claro que el discurso y los actos incendiarios contra los musulmanes; islamofobia; antisemitismo; y las acciones y los discursos dirigidos a los cristianos, o grupos minoritarios como los ahmadis, los baháʼís o los yazidis, son manifestaciones de total falta de respeto. Son ofensivos, irresponsables y equivocados”, recalcó.
La diversidad enriquece
Türk defendió la diversidad, asegurando que supone un beneficio “inmenso” para todas las sociedades. En cambio, la apología del odio que constituye incitación a la violencia, la discriminación y la hostilidad, sostuvo y agregó que todos los Estados deben prohibirla.
Por otra parte, explicó que hay otras formas de expresión que pueden equivaler a incitación al odio como, por ejemplo, usar un lenguaje peyorativo o intolerante hacia una persona o grupo en función de su sexo, creencia, raza, estado migratorio, orientación sexual o cualquier otro factor inherente a la persona o identidad, buscando menoscabar su dignidad y menospreciar su valor a los ojos de los demás.
En este punto citó la negación de la igualdad de las mujeres, la violencia verbal contra las mujeres y niñas que usan velo, las burlas de las personas con discapacidad, los prejuicios contra inmigrantes y la difamación del colectivo LGBTIQ+, entre otros abusos.“Todo ese discurso de odio es similar, ya que se deriva de la noción básica de que algunas personas merecen menos respeto como seres humanos”, acotó.
Advirtió sobre el peligro que pueden constituir las redes sociales cuando se utilizan para propagar el odio en un contexto de discordia y polarización internacional y nacional.
Diálogo y educación
Türk llamó a todas las sociedades a combatir el discurso de odio con el diálogo, la educación, la sensibilización, el compromiso interreligioso e intercomunitario y otras herramientas de política pública.
“La estrategia y plan de acción de las Naciones Unidas sobre el discurso del odio es la respuesta de las Naciones Unidas para abordar este fenómeno y ayudar a los Estados a contrarrestarlo”, sostuvo.
“En los medios. En línea. En los negocios En las escuelas. En el gobierno. En la policía. Y tanto fuera como dentro de los lugares de culto. La mejor manera de hacer retroceder el discurso del odio es con más diálogo, más conversaciones, más construcción de un entendimiento común y más actos que manifiesten nuestra convicción de que todos somos iguales”, insistió.
Para concluir, el Alto Comisionado reiteró que todas las personas tienen el mismo derecho a creer o no creer. “Esto es fundamental para la Declaración Universal de los Derechos Humanos que nos une. Necesitamos promover la armonía interreligiosa y el respeto mutuo, en interés de todas las comunidades”.