“El mundo ha cambiado. Nuestras instituciones, no. No podemos abordar eficazmente los problemas tal y como son si las instituciones no reflejan el mundo tal y como es. En lugar de resolver los problemas, corren el riesgo de convertirse en parte del problema”, afirmó este martes el Secretario General de la ONU.
António Guterres lanzó esta llamada de atención durante su discurso de apertura del Debate General de la ONU que, como cada septiembre, reúne en Nueva York a los máximos mandatorios mundiales, y en la que expresó que la urgencia de intervenir es máxima en un mundo que “se está desquiciando”.
Como ejemplo de todo lo que está fallando en el planeta, expuso el caso de la ciudad libia de Derna, arrasada hace apenas nueve días por las inundaciones simultáneas que provocaron una gigantesca tormenta y la ruptura de dos presas.
“Miles de personas perdieron la vida en Derna en unas inundaciones épicas y sin precedentes. Fueron víctimas muchas veces. Víctimas de años de conflicto. Víctimas del caos climático. Víctimas de líderes, cercanos y lejanos. que no supieron encontrar un camino hacia la paz. Incluso ahora, mientras hablamos, los cadáveres llegan a la costa del mismo Mar Mediterráneo donde los multimillonarios toman el sol en sus superyates”, aseguró.
Desigualdad, injusticia e incapacidad
Para el Secretario General, Derna representa el triste paradigma del estado del mundo actual: la avalancha de la desigualdad, de la injusticia, de la incapacidad para afrontar los retos que nos acechan.
“Nos enfrentamos a multitud de amenazas existenciales, desde la crisis climática a las tecnologías disruptivas”, comentó antes de observar que todo esto se produce en un momento de “caótica transición” en el camino que va de la unipolaridad de una sola potencia a la multipolaridad de diferentes potencias regionales, lo que genera tensiones geopolíticas y retos mundiales que van en aumento y a los que el mundo parece incapaz de responder.
“Sin embargo, la gobernanza mundial está estancada en el tiempo. No hay más que ver el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el sistema de Bretton Woods. Reflejan las realidades políticas y económicas de 1945, cuando muchos países de esta Asamblea todavía estaban bajo dominación colonial. El mundo ha cambiado. Nuestras instituciones, no”, explicó.
Teniendo en cuenta esa situación, dijo que ha llegado el momento de renovar las instituciones multilaterales basadas en las realidades económicas y políticas del siglo XXI y enraizadas en la equidad, la solidaridad y la universalidad.
No hay alternativa a las reformas
Las reformas deberían empezar con el Consejo de Seguridad y seguir con el rediseño de la arquitectura financiera internacional, incluidos los bancos multilaterales de desarrollo, para que “realmente sean universales” y sirvan como “red de seguridad para los países en desarrollo con problemas”.
Sin embargo, Guterres dijo no llamarse a engaño.
“No me hago ilusiones. Las reformas son una cuestión de poder. Sé que hay muchos intereses y agendas contrapuestos”. Pero aseguró que “la alternativa a la reforma no es el statu quo. La alternativa a la reforma es una mayor fragmentación. Es reforma o ruptura”.
Paz, guerra y desarrollo sostenible
También recordó que la principal misión de la ONU es preservar la paz.
“Sin embargo, en lugar de acabar con la lacra de la guerra, asistimos a un recrudecimiento de los conflictos, los golpes de Estado y el caos. Si todos los países cumplieran las obligaciones que les impone la Carta, el derecho a la paz estaría garantizado. Cuando los países incumplen esas promesas, crean un mundo de inseguridad para todos. Un ejemplo: La invasión rusa de Ucrania”.
Y añadió que esta guerra, que viola la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, ha desencadenado un nexo de horror: vidas destruidas; violaciones de los derechos humanos; familias destrozadas; niños traumatizados; esperanzas y sueños rotos.
Pero la guerra no se queda en Ucrania, ya que ese conflicto tiene graves implicaciones, “pues las amenazas nucleares nos ponen a todos en peligro”.
También dijo que, en todo el mundo, viejas tensiones se enconan mientras surgen nuevos riesgos, citando los conflictos del Sahel, la República Democrática del Congo, Haití, Afganistán, Oriente medio, Sudán y Siria, entre otros.
Observó también que la paz está inextricablemente unida al desarrollo sostenible y, sin embargo, “la desigualdad define nuestro tiempo” reflejada en ciudades donde los rascacielos se elevan sobre los barrios marginales.
Pero mientras se hacen las reformas oportunas, se pueden “tomar medidas decididas” ahora para ayudar a los países a capear las crisis. Entre ellas avanzar urgentemente en el estímulo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para los que solicitó que se inviertan 500.000 millones de dólares anuales y aliviar la carga financiera de las economías en desarrollo y emergentes.
“Las Naciones Unidas se crearon precisamente para momentos como éste: momentos de máximo peligro y mínimo acuerdo”, concluyó.