Ana Martínez tiene 10 años y se despierta unos minutos antes de las seis de la mañana. Juan Pablo Moreno también tiene 10 años, pero él se despierta a las seis en punto. A ella le gusta jugar con muñecos y a él le encanta el fútbol. Ana nació en Matagalpa, en el centro de Nicaragua y hace un año se mudó a Costa Rica. Juan Pablo, en Costa Rica. Ambos cursan quinto grado de la escuela y son vecinos. Además, viven a 300 metros de distancia, en la comunidad de Palacios, ubicada en el cantón de Pococí, en el Caribe Norte de Costa Rica.
Ana y Juan Pablo tienen una cosa más común: en el patio de sus casas hay pozos para poder extraer agua, porque la comunidad donde viven no tiene acceso a saneamiento ni a agua potable por cañería.
Las Asociaciones Administradoras de los Sistemas de Acueductos y Alcantarillados comunales en Costa Rica (ASADAS) más cercanas están a 10 kilómetros, y no hay sistema de alcantarillado que permita la conexión.
Además de vecinos y amigos, Ana y Juan Pablo son compañeros de clase; asisten a la escuela Vega del Río Palacios, ubicada a pocas cuadras de sus casas. Este centro educativo recibe cada día a 50 estudiantes de primaria. Al igual que Ana, muchos de los alumnos nacieron en Nicaragua y emigraron con su familia en busca de mejores oportunidades.
La escuela Vega del Río Palacios no es ajena al problema del acceso al agua y el saneamiento. El centro cuenta con un pozo perforado que, mediante una bomba eléctrica, alimenta un depósito y, a través de tuberías, el agua llega a los baños, pilas y cocina.
En la zona rural del Caribe de Costa Rica las lluvias, especialmente en la segunda mitad del año, son intensas y frecuentes y esto provoca desperfectos en el suministro eléctrico. “En el tiempo de invierno se producen rayerías o el tendido eléctrico tiene obstrucciones, entonces la luz se suspende”, explica Luis Jiménez, director del centro educativo.
Agua y electricidad
Sin electricidad, no es posible bombear agua hacia el tanque y los estudiantes no pueden usar los baños, higienizarse ni beber agua. El Ministerio de Educación Pública (MEP) establece la obligatoriedad del acceso al agua en los centros educativos para garantizar la salud y salubridad de los estudiantes. Por eso, cuando esto ocurre, la escuela cierra y las niñas y los niños pierden días de clase.
Juan Pablo tiene claro que sin agua no hay educación, ni recreos, ni risas con sus amigos: “Siempre que venimos de los recreos venimos con sed, porque siempre jugamos a la mejenga (partido de fútbol). No podríamos tomar agua, no podríamos lavarnos las manos, no se podrían lavar los trastes”.
Un proyecto muy colaborativo
En el año 2022, el citado Ministerio contó con la asesoría técnica del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) y el financiamiento de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estados de los Estados Unidos (BPRM, por sus siglas en inglés) para mejorar las condiciones de acceso al agua en 11 centros educativos de Cariari y Barra del Colorado beneficiando a 1100 niñas y niños.
El proyecto invirtió 311.000 dólares en infraestructura de conexión de agua, saneamiento de las aguas grises e instalaciones sanitarias.
Para Sofía Ramírez González, viceministra administrativa de Educación, su Ministerio está comprometido con la educación del estudiantado, por lo que debe darse “un paso adelante en materia de infraestructura educativa”.
No obstante, explicó que no pueden hacerlo solos, se requieren alianzas: “ejemplo de ello es la colaboración que se establece con las agencias de las Naciones Unidas y organismos de cooperación, para poder garantizar el acceso de la población al agua potable y de manera conjunta, asegurar que los estudiantes puedan permanecer en las aulas, y contar con los elementos necesarios para recibir una educación de calidad”.
Las escuelas seleccionadas para la realización del trabajo en agua, higiene y saneamiento reúnen las siguientes características:
- Problemas en el acceso a agua potable
- Estar ubicadas en comunidades vulnerables con bajos niveles de ingreso
- Contar con una significativa cantidad de personas migrantes,
- Requerir asistencia humanitaria
- Estar ubicadas en zonas con alta vulnerabilidad climática
Además de la escuela Vega del Río Palacios, otros diez centros forman parte del proyecto.
“El acceso a agua limpia, higiene y saneamiento ambiental es un derecho esencial que contribuye significativamente en el cumplimiento del derecho a una educación de calidad y a la inclusión de las poblaciones que se encuentran en condiciones especialmente vulnerables. Esta iniciativa no solo llevará agua, higiene y salud a los centros educativos sino también esperanza a la niñez y las familias que aspiran a nuevas oportunidades y un presente y futuro mejor para todas las personas, gracias a la educación”, explica Juan Manuel Baldares, gerente de Programas de UNICEF en Costa Rica.
“Tener acceso a un recurso como este, tan necesario, repercute en cumplir con el horario completo del centro educativo, que los chicos pueden ir al baño, que se les puede dar una alimentación adecuada. Creo que repercute en una motivación general, en sentir que la escuela es bonita, donde van a encontrar a sus amigos, donde van a estudiar, y que sienten que están en su casa”, afirma María del Milagro Campos, supervisora de centros educativos de la Dirección Regional de Guápiles, del Ministerio de Educación.
“Anteriormente los estudiantes se enfermaban mucho. Era habitual recibir un mensajito en el cuaderno de comunicados que decía ‘director, mi hijo hoy no va a poder asistir porque le duele el estómago, porque algo le cayó mal”, recuerda Luis Jiménez.
Con el nuevo tanque la escuela puede almacenar agua suficiente para dos días, evitando la interrupción de las clases aún cuando el suministro eléctrico se interrumpa. Además, se construyó un tanque séptico para el manejo de las aguas grises del comedor, un nuevo baño para personas con discapacidad y nuevas pilas para que las niñas y los niños puedan lavarse las manos y tomar agua con mayor autonomía.
“En la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) estamos muy satisfechos porque gracias a esta alianza estratégica con UNICEF, el MEP y la Embajada de Estados Unidos, en un tiempo de apenas ocho meses, se logró realizar el diagnóstico, diseño, licitación y construcción de mejoras en agua y saneamiento en once centros educativos de poblaciones vulnerables del cantón de Pococí, destacó el representante de esa agencia de la ONU.
Martín Arévalo dijo que este es un buen ejemplo de cómo esta agencia “pone al servicio del país sus conocimientos técnicos y apoyo en gerenciamiento de proyectos que apoyan las causas humanitarias mediante el desarrollo de infraestructura”.
La escuela es un espacio de comunidad
La suspensión de las clases por falta de agua afecta a estudiantes, docentes y personal administrativo. Por un lado, los docentes pierden tiempo para poder cumplir con el plan lectivo, y por otro, los estudiantes sufren el rezago educativo cada día que la escuela permanece cerrada. También, pierden los dos tiempos de comida que la escuela les brinda en el comedor. Pero, sobre todo, las niñas y los niños pierden un espacio seguro de convivencia. “Me sentía como que extrañaba a mis compañeros, a mi maestra y a Amadita (la cocinera) también”, recuerda Ana.
La niña nacida en Nicaragua llegó hace un año y medio a Costa Rica, donde vive con su tía y hermanos mayores. En Palacios, la escuela se convirtió en su lugar seguro. “Aquí me respetan por ser nicaragüense, me respetan por mi color de piel y por todas esas cosas que yo soy como nicaragüense. Me respetan mucho y cumplen todos los valores”, cuenta Ana.
De acuerdo con Luis Jiménez, director de la escuela, estamos en un centro educativo con un 55% de población costarricense y un 45% de población nicaragüense o hijos de padres nicaragüenses. Muchas familias migrantes llegan a la comunidad para trabajar, de manera temporal o permanente, en las plantaciones de productos como plátano, yuca y ñame, además de las fincas ganaderas de la zona.
Un paso esencial hacia un acceso igualitario al agua
Si bien la Constitución Política de Costa Rica establece que el agua es un derecho humano básico, de acuerdo con los datos del MEP, en el 2021 aún había 13% de escuelas en el país sin acceso a agua potable, la mayoría de ellas ubicadas en zonas fronterizas, costeras y periurbanas con alta concentración de población vulnerable.
En la zona de Cariari y Barra del Colorado, el problema de acceso al agua persiste en 16 centros educativos que continúan cerrando los días cuando el suministro eléctrico se corta.
El acceso a agua limpia y saneamiento ambiental es un derecho esencial de las niñas y los niños, que, vinculado al derecho a la educación y a la salud, constituyen una prioridad para UNICEF. En el 2022, el organismo brindó una charla a niños, niñas, docentes y familias de la comunidad de Palacios sobre el cuidado del agua y su importancia para la salud. Además, entregaron a todos los estudiantes un paquete de aprendizaje con uniformes nuevos y materiales escolares.
Juan Pablo resume así lo que aprendió en el taller: “El agua es vida y, sin ella, nosotros no podríamos estar”.
Cuando llegue la época lluviosa, después de las seis de la mañana, Juan y Ana estarán listos para ir a su escuela. Tendrán fútbol, muñecas, recreos y meriendas. Tendrán un lugar seguro de convivencia. Tendrán agua y sobre todo, tendrán garantizado su derecho a la salud y a una educación de calidad.