Este lunes ha arrancado en Nairobi la sexta edición de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que cada dos años reúne a los 193 Estados miembros de la ONU para abordar colectivamente los problemas medioambientales críticos a los que se enfrenta el planeta.
Creada como una especie de “parlamento mundial sobre el medio ambiente”, la Asamblea, que seguirá sus trabajos hasta el 1 de marzo, pretende definir las prioridades de las políticas medioambientales y elaborar legislación internacional en la materia.
Es el único momento, aparte de las reuniones de la Asamblea General de la ONU, en el que participan todos los Estados miembros.
¿Por qué es importante?
Se espera que la Asamblea del Medio Ambiente de 2024 acoja a la cifra récord de 6000 delegados, entre ellos siete jefes de Estado y 139 ministros y viceministros, así como expertos, activistas y representantes de la industria.
La Asamblea se creó en 2012 como resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, celebrada en Brasil. Desde su creación, la Asamblea ha marcado el comienzo de una nueva era de la cooperación en la que las cuestiones medioambientales han recibido el mismo nivel de importancia que preocupaciones mundiales como la paz y la seguridad, y la salud.
A lo largo de los años, la Asamblea ha aprobado importantes resoluciones sobre temas como la lucha contra el tráfico ilegal de fauna y flora silvestres, la protección del medio ambiente en zonas de conflicto armado o la movilidad urbana sostenible, entre otros.
Gracias a los debates de la sesión de 2022 de la Asamblea de Medio Ambiente, se han iniciado las negociaciones sobre el primer instrumento internacional jurídicamente vinculante para acabar con la contaminación provocada por el plástico, que se espera esté terminado a finales de 2024.
¿Qué está en juego este año?
Los temas centrales de debate serán los acuerdos internacionales sobre medio ambiente y cómo pueden contribuir a superar la triple crisis planetaria del caos climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
A pesar de las incertidumbres socioeconómicas surgidas a raíz de la pandemia del COVID-19 y de las crecientes tensiones geopolíticas actuales, los dos últimos años han estado marcados por victorias muy importantes para la cooperación medioambiental.
Por ejemplo, en 2022, la Asamblea General de la ONU reconoció el derecho humano universal a un medio ambiente limpio, sano y sostenible, abriendo espacio para cambios constitucionales y legales en los países a favor del medio ambiente y la humanidad.
Ese mismo año, se aprobó el histórico Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal, con medidas para proteger a un millón de especies de animales y plantas en peligro de extinción.
En junio de 2023, los 193 países miembros de la ONU firmaron el llamado Tratado de Alta Mar, para conservar la biodiversidad marina en zonas situadas más allá de las jurisdicciones nacionales.
El pasado noviembre, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) se anunció un acuerdo largamente esperado sobre la financiación de las “pérdidas y daños” para los países vulnerables más afectados por el cambio climático.
La Asamblea ha reservado un día de su período de sesiones para debatir estos y otros éxitos y estudiar cómo pueden los gobiernos adoptar medidas amplias y unificadas, incluida la financiación adecuada, para aplicar los acuerdos multilaterales que han firmado.
Al mismo tiempo, la Asamblea no se centrará únicamente en nuevos compromisos, sino en el cumplimiento de todos los que ya existen.
¿Cuáles son los temas prioritarios?
Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), ha destacado las seis áreas prioritarias de esta edición:
- escasez de agua
- minería responsable
- gestión de minerales, especialmente el fósforo
- tecnologías que alteran el clima
- financiación de acciones medioambientales
- aplicación del Acuerdo de Kunming -Montreal
Según Andersen, “todo lo que tenemos que hacer es reunirnos y poner en práctica estas soluciones globales que nos hemos prometido mutuamente, de modo que podamos asegurar el futuro para toda la humanidad, viviendo en un planeta sano y próspero”.
Las negociaciones previas y durante el evento se centran en las propuestas de resolución presentadas por los Estados miembros y en la declaración ministerial que se adoptará al término de la Asamblea. Las resoluciones pretenden identificar y priorizar retos comunes y posibles soluciones.
En la Asamblea se debatirán 20 resoluciones y 2 decisiones, que abarcan temas como la modificación de la radiación solar, la minería, la desertificación, la circularidad de la agroindustria de la caña de azúcar, los plaguicidas altamente peligrosos, el aumento de la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades a la sequía, la cooperación regional para la calidad del aire, entre otros.
¿Qué pasa con las negociaciones?
En la Asamblea de Medio Ambiente se espera que las resoluciones se aprueben por consenso. En la práctica, esto significa que todos los miembros presentes tienen derecho a vetar una decisión.
Por ello, la semana previa a la conferencia es esencial para que las delegaciones revisen los proyectos de texto y eviten o superen los puntos muertos. Las negociaciones suelen prolongarse durante la semana de la conferencia, con sesiones a puerta cerrada que pueden prolongarse hasta altas horas de la noche.
Como máximo órgano decisorio del mundo en materia de medio ambiente, la Asamblea pretende contribuir a restablecer la armonía entre la humanidad y la naturaleza, mejorando la vida de las personas más vulnerables del planeta.
El PNUMA comprará créditos de carbono certificados para compensar las emisiones de los viajes de los participantes, así como otras medidas para reducir el impacto medioambiental de la conferencia.