“Cada día la vida del pueblo haitiano se vuelve aún más difícil, pero es vital que no nos rindamos. (…) Con apoyo y determinación internacionales, el pueblo haitiano puede hacer frente a esta grave inseguridad y encontrar una salida al caos”, aseveró este jueves el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Volker Türk, consideró no obstante, que hay esperanza y llamó a actuar con celeridad en el envío de una misión multinacional que ayude a la Policía Nacional de Haití a combatir la violencia que ha permeado a todos los niveles de la sociedad, exacerbando una de por sí grave crisis de seguridad y derechos humanos.
“Hay vidas en juego. El tiempo es esencial: debemos comprender el sentido de urgencia que exige esta crisis”, enfatizó.
En un informe sobre la situación de las garantías fundamentales en el país caribeño, Türk explicó que desplegar tal fuerza contribuiría a combatir el crimen organizado, las bandas armadas y el tráfico de armas, drogas y personas.
Mejorar la seguridad, lo primero
Lo primero, argumentó, es estabilizar el entorno de seguridad, pero debe hacerse ajustándose a las leyes de derechos humanos y con mecanismos de supervisión y rendición de cuentas para prevenir y responder a la explotación y abuso sexual.
El informe de Türk refiere que del 1 de enero al 15 de agosto de este año murieron más de 2400 personas, en tanto que más 900 fueron heridas y 950 secuestradas.
La brutal violencia de las pandillas -que incluye mutilar a las personas y quemarlas en público, divulgando las imágenes en redes sociales- se ha extendido a toda el área metropolitana de Puerto Príncipe. Las mujeres y las niñas son quienes corren el mayor riesgo de sufrir ataques, y los niños suelen ser reclutados para actividades delictivas.
Las escuelas sufren nueve veces más ataques que antes desde hace un año y muchos trabajadores sanitarios se han ido del país.
Crisis humanitaria exacerbada
El Alto Comisionado explicó que la inseguridad ha agudizado la crisis humanitaria, duplicando en tan sólo tres años el número de personas que requieren asistencia para subsistir.
Tras estabilizar la seguridad, las prioridades serán invertir en crear oportunidades para que la gente pueda mejorar sus condiciones de vida y fortalecer las instituciones del Estado, que durante décadas han operado plagadas de corrupción, impunidad y mala gobernanza, agregó Türk.
Otra cuestión primordial será la rendición de cuentas por parte de todos los actores sociales y gubernamentales que hayan cometido delitos.
Las sanciones agudizaron la violencia
El Secretario General de la ONU, que ha instado repetidamente a los Estados miembros y al Consejo de Seguridad a autorizar una fuerza internacional para Haití, coincidió con el Alto Comisionado al destacar el enorme deterioro de la situación en esa nación y destacó el aumento e intensidad de la violencia de las pandillas.
En su más reciente informe, António Guterres arguyó que el régimen de sanciones incrementó la violencia en Haití, alimentada por el tráfico de armas y los flujos financieros ilícitos.
En este sentido, Guterres sostuvo que las sanciones deben seguir siendo un elemento integral para la estabilización del país, pero no por sí solo, sino como parte de una estrategia global que abarque el fortalecimiento de las instituciones nacionales y el combate de las bandas armadas y otros agentes delictivos.
Movimientos parapoliciales
El titular de la ONU alertó, asimismo, de la aparición de movimientos de vigilancia parapolicial que agregan “una capa adicional de complejidad a una situación de seguridad ya de por sí complicada”.
Guterres reconoció que las instituciones nacionales, incluidos el poder judicial, la policía y los servicios penitenciarios, han tomado medidas para abordar la situación sobre el terreno, “pero siguen estando mal equipadas para cumplir su mandato y restablecer el estado de derecho”, matizó, y añadió que la corrupción y la impunidad siguen minando la confianza en esas instituciones.
El Secretario General dijo que la estabilización de la seguridad en Haití supone un “considerable apoyo internacional”, no sólo a la policía, sino al sistema penitenciario, el sistema de justicia, el control de aduanas, y la gestión de fronteras.
Este apoyo debe ir acompañado de un grado semejante de voluntad y compromiso políticos con un financiamiento suficiente, previsible y sostenido para que los logros institucionales perduren a largo plazo, concluyó.